viernes, 21 de agosto de 2015

Triángulo de las Bermudas

Creo que la muerte te roba la memoria. He repetido doce veces esta frase mientras sacaba la ropa de la lavadora y la tendía. Cuando escribes es importante cazar el momento y matarlo sobre el papel. Si no se va y te deja con la soledad de antes y la pérdida de ahora.

Tiene que haberte rondado la muerte para preferir no acordarte de algo. Vienen en la penitencia los libros leídos que ya nunca puedes sacar a colación. Hay una fuga. Esa cabeza tuya guarda un Triángulo de las Bermudas. El sol te bendice con un aire despistado. Una conoce su noche. Bajo esas aguas he olvidado todas las páginas. Naufragios, historias fantasmas, barcos piratas.

jueves, 20 de agosto de 2015

domingo, 2 de agosto de 2015

Está todo

La vida, mientras lloras en la infancia eterna, va metiendo en la mochila el almuerzo, una segunda camiseta, algún utensilio peligroso y tiritas. No falta el agua, caramelos y objetos que una madre entiende necesarios. Mientras tanto sigue la vida con sus velocidades. Llega el día. Estás exhausta. Miras alrededor y nada ni nadie sirve de ayuda. Tienes la mochila a tu espalda y por aburrimiento echas un vistazo al pasado. Está todo. Lo repasas con los dedos. El caso es que sabías que viajabas con ese peso. Sólo ahora lamentas no haber abierto ese botiquín tan bien compuesto. Echas mano del agua. ¡Qué fresca! ¡Qué bien sabe! Recuerdas la botella, la cocina de aquella casa, los días que jugabas para acabar rescatada por esa fuente. "¿Por qué no bebí antes?", te lamentas. Y sigues mirando el fondo de la bolsa. "Está todo", repites. Querrías ser esa persona atenta, despierta ante todo aquello que el tiempo te ha dado para que completes el futuro. Pero una siempre siente que falta algo. Y olvida que la mochila la hizo una madre. Está todo lo que necesitas.

sábado, 1 de agosto de 2015

El paso del tiempo

Las naciones son el paso del tiempo. Él se encarga de destruirlas soplando grandeza a los hombres que las habitan. Les mete en la cabeza que son los primeros y los definitivos. También susurra que nadie antes estuvo llamado para la gloria. Ellos, armados, no preguntan si el tiempo miente, si ofrece espejismos en los primeros siglos de cada ocurrencia. Los años se frotan las manos con nosotros dentro. No se puede hacer historia con tantos pájaros en la cabeza. Menos mal que luego los libros lo arreglan. Sería insoportable estudiar tanta mediocridad.