jueves, 28 de agosto de 2014

Exageraciones

Pongo, a veces, la desgracia en el otro lado del borde por donde me insinuo. El camino con exageraciones es más cómico. Y ando entre la voluntad tozuda y esa nada tan humana. Conformo una viñeta de enredo personal que logra obviar el cansancio mio y de mí. El vértigo del día a día me lleva por esos lares. Y tengo un momento, de vez en cuando, ahora mismo por ejemplo, que juraría que cuando duermo soy la mujer más feliz de mi cuento. 

lunes, 25 de agosto de 2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Noche de estrellas

La noche ha sido de estrellas. Tirados en el suelo, intentando explicar planetas, constelaciones y dudas varias. Mi sobrino, de 6 años, ha tenido las inquietudes más bonitas:

Primero ha buscado la estrella de los Reyes Magos. Ha decidido que era la más grande y brillante. Mientras yo seguía explicando cosas a sus hermanas, él se ha dedicado a lanzarle besos, sin parar, discretamente, pero a dos manos.

Luego han salido los planetas. Que si hay agujeros profundos, que si son grandes, que si se guardarían una estrella. Y él sólo ha disparado una: ha preguntado si en otros planetas nos ve Dios.

Antes de todo esto, a la salida del restaurante le ha preguntado a su padre si tenía toda la equipación del Valencia. Tras la respuesta afirmativa, éste ha aprovechado para decirle que este año tendrá que esforzarse mucho en el colegio. "¿Para tener dinero?", ha preguntado el niño. Yo horrorizada he intervenido: "Para saber más". Pero el tema lo ha zanjado muy bien su padre: "Para ser feliz". "Ya estoy feliz", ha concluido. 

En el paseo, de vuelta a casa, me ha advertido que las madres casi nunca lloran. 

Noche de estrellas, vaya.




martes, 19 de agosto de 2014

Que me perdonen las estanterías

A veces me canso de leer. Y pienso si deberé escribir esto, pero peor que pensarlo es cansarse de leer, así que aquí sigo. Cuando encuentro algo que me interesa mucho enseguida me pregunto qué he estado haciendo el resto del tiempo. Y me imagino más joven ya con esa curiosidad metida entre pecho y espalda. Cultivando lo que hoy no es más que el chasquido de un mechero. 

Cambia el día y abro un libro que ya he empezado, con trozos subrayados. Pero no recuerdo haberlo leído, aunque me vuelvan a gustar esas mismas frases. ¿Qué pasa con esta cabeza? Encima de cansada -lease el párrafo anterior- no tiene memoria de elefante. 

Salto al vacío con las páginas que me gustan. Sé -que ya nos conocemos- que no volveré sobre ellas con mesura, ni a propósito de nada. ¡Qué más quisiera que citarlas! Me concentro y las paso, y veo el precipicio. ¿Ya las he olvidado? No. ¿Y ahora? No. Pero me iré con el ala de una mosca. 

Que me perdonen las estanterías. Hubiera querido empezar antes y no olvidar nada. 

La cafetera

La cafetera se ha enfadado como un gato. Y no es para menos:
1. La he puesto al fuego de noche, siendo ella alondra.
2. Pasada sólo por agua, humillada, ha tenido que soltar los restos de café que me escondía.
3. Ya hirviendo, la maldita ha echado chispas mientras el fuego amigo se ha envalentonado. 

La cosa ha quedado en tablas: la cafetera ya limpia; y yo avisada. 

martes, 12 de agosto de 2014

Balcones de peces

Tiro el sedal desde el balcón a la noche de mi barrio. Pican conversaciones que jalan mi interés con sus gritos. Proceden los peces a su baño catártico de dimes y diretes, mientras mi corazón tiene el semáforo en ámbar: policía sí, policía no. Aquí, en las noches de pesca, nunca llega la sangre al río. Asisto tan sólo a la subida de la marea, bien sea por la copa o por la luna -que no veas las que me lía cuando está llena. 

sábado, 9 de agosto de 2014

Memorias

Hay dos memorias: la útil, que guarda citas de libros, datos de historia y capitales de países. Luego está la absurda, que almacena murmullos, siseos y miserias de televisión. Adivinen cuál me ha tocado. 

Prestaciones

Alguien, en algún momento, sin darse cuenta -cualquiera- se ha llevado algo que no era suyo. 

viernes, 8 de agosto de 2014