jueves, 13 de enero de 2011

UCI

La habitación, de suelo azul, parecía blanca. La luz, a su paso por las cortinas, llenaban la estancia de una niebla ligera. Las pulsaciones, los goteros, el aire y, de fondo, el repiqueteo de las máquinas. Una atmósfera medida donde ella se fundía entre las sábanas. Menuda, se acurrucaba en una esquina de la cama. 

Sabía que seguía ahí porque coronando la venda de la cabeza, como si fuera un árbol de Navidad, sobresalía una mata de pelo, que hacía las veces de una estrella de incontables puntas.

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