viernes, 13 de junio de 2008

Grietas

La mesa es redonda. La habitación estaría a oscuras si no fuera por una ventana, imposible de cerrar del todo. La penumbra esconde dos sombras cuyas piernas descansan debajo del mantel. El bebe de un vaso, ella de una taza. Ambos miran absortos hacia una habitación con la puerta sellada. No entrecruzan nada, ni miradas, ni manos, ni pies. No hay silencio, la calle y ellos están llenos de ruido. Esa puerta blanca es un punto negro en donde la luz proyecta sus envejecidas siluetas. Un reflejo que no testifica las grietas de las manos. Él se levanta a la vez que da la vuelta al retrato, y sin mirarla, le pregunta:
-¿Y ahora qué?

El camino de la indecisión

Está lleno de calles, de salidas y de entradas. Hay ofertas y productos de calidad. Por supuesto, te encuentras sueños cadas dos por tres, modelos que quieres imitar. Ah, y envidia. Hay personas que no conoces cuyas opiniones te dan pavor. Las de aquellos que te quieren van más allá y te paralizan. Es este camino también hay un banco para sentarse y deliberar. Hay agua y zapatos que no evitan el dolor de pies. Suspiros, frío, ausencia de chaquetas. Nombres de personas en el cerebro. Llamadas telefónicas como trampas que hacen los niños pequeños. Situaciones hipotéticas un millón. A veces creo que todo el mundo pasa por mi cabeza porque el camino de la indecisión soy yo.