miércoles, 28 de mayo de 2008

Recuerdos

Lo he recordado cuando volvía andando. Pero la mente juega malas pasadas, y una vez en casa sabía que había recuperado una parte de él, pero olvidé cuál. Empecé a repasar todo, lo poco que me queda. Sin embargo, ese relámpago de hacía un rato se me resistía. Ha llegado por fin, tras escudriñar su figura.

Un pañuelo blanco. En ocasiones con rayas marrones o azules. Ahora nadie repasa al salir de casa si lleva su pañuelo en el bolsillo como lo hacía él. Me lo ofrecía, siempre. La misma tela secaba lágrimas, limpiaba mofletes y sonaba los mocos. Ahí se quedaba lo que me había hecho daño. Y doblando el pañuelo en un pliegue imposible devolvía la tranquilidad. Todo se secaba dentro de su bolsillo.

He topado en alguna ocasión con esos pañuelos. Había más de uno, amontonados, con hilos sueltos. Faltaba su mano detrás de ellos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aunque no sea yo...¡me encanta!, esa mezcla de crudeza y romanticismo, dulce y amargo. Bueno.