domingo, 18 de mayo de 2008

Buitres buenos

Un último paseo por aquellas cosas que fueron de ella. Por ejemplo, abrir un armario que algo encerraba todavía: una chaqueta, pendientes,... Su abrigo de bisón. Él todavía recuerda cuánto le costó: "seiscientas mil pesetas de las antiguas".
"Esto quiero que te lo pruebes" le dice Ángel a la prima de la difunta. Lo hace, y las tres personas que hay en la habitación rompen a llorar. "¿Sabes qué, Ángel? Siempre quise tener uno". Vuelven a llorar. "A nadie se lo regalo más agusto que a ti".

Repasan toda su ropa: "¡Qué estampados mas bonitos!", "esto sólo lo sabía llevar ella", "esto nunca se lo puso" o "no lo llegó ni a estrenar". Hay algo de bueno en este regodeo. Es como volver a tocar a alguien, repasando todo aquello que era. Creo que quieren llegar a ella sin llegar. Él vuelve a hablar: "Coge lo que quieras", "llevaos cada una un regalo de la tia". Parecen buitres buenos,repasando una y otra vez cada una de sus pertenencias, buscando una huella sorda, muda y ciega. "Muchas gracias por el abrigo, lo voy a usar".

La muerte tiene ritos prácticos. Y forma parte del "descansen en paz" que los que te quieren vacíen tus armarios, recojan tus cuadros, se pongan tu abrigo de bisón. Porque te quieren y los pobrecitos te echan de menos. Y porque son buitres desconsoladamente buenos.

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