martes, 1 de abril de 2008

La vida

Me gusta el hijo prodigo. En general me gusta la gente que cae porque suele levantarse. Además, desde el suelo las conversaciones siempre son más sinceras. No aconsejo levantarse y volverse a sentar en la misma silla.. ¡Te caerás! Pero me vuelve a gustar que no escuche. De nuevo volvemos a vernos allí abajo. ¿Tú sabes como se sale de aquí? Ni puta idea. Es entonces cuando nos descojonamos. Además de oirse carcajadas también se ve alguna que otra lágrima. Es que hay veces que el hijo además de pródigo es huérfano.

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