jueves, 10 de abril de 2008

Drogas

El yonqui se mueve por la ciudad olfateando. Un cuerpo inerme que utiliza la cabeza para encontrar camellos y la voluntad para levantar el cajón desastre de su cuerpo. No distingue entre la noche y el día, la luz y la ocuridad. Se mueve por donde le dejan y le satisfacen.
A veces buscamos que nos quieran así, sin cabeza y sin voluntad. Bueno, con algo de ambas para que nos encuentren entre los callejones. Y lo hacemos sin recordar que para casos como estos aconsejan la desintoxicación.

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